Exportamos a Estados Unidos cada vez más autos, de hecho, vehículos en general, aparatos y material eléctrico, insumos médicos, hortalizas, máquinas, bebidas y muebles. Por otro lado, somos el segundo importador de mercancías a Estados Unidos, muy cerca de Canadá, México es responsable del 16.2% de lo que ellos envían al exterior.
De hecho, a ese país le conviene importar productos de México y de Canadá porque entonces buena parte de esas compras son de productos que integran parte de los insumos que ellos mismos exportaron previamente. Esa es la regionalización, el maximizar el contenido regional del comercio. Somos, además, el país que más les exporta alimentosy ellos de nosotros. La relación comercial no puede ser más estratégica para ambos.
Nuestras oportunidades de crecer, a medida de que China pierde mercado en Norteamérica, son importantes en televisores, telefonía, panales solares, productos de audio y video, instrumentos quirúrgicos, máquinas, metalmecánica, manufactura de plástica y hierro y cables. Esto es, podemos crecer, y lo estamos haciendo, en manufactura de mayor valor y contenido tecnológico. Tenemos que tomar el ejemplo de nuestra industria automotriz que ha logrado alcanzar mayor contenido nacional de 57%, frente a otras, como la electrónica, en la que ese componente es todavía bajo 33%. Estamos integrados a la industria aeroespacial norteamericana y, cada vez más a la de almacenamiento de datos. En ambas se puede detonar el desarrollo de procesos complejos de innovación y de transferencia de tecnología.
En el cajón de los pendientes, tenemos que generar condiciones para integrarnos a la cadenas de producción de microprocesadores; primero a los procesos de ensamble y empaque; luego al resto de la cadena. Eso requiere de esfuerzos específicos que incluyan a gobiernos federal, al de estados con condiciones para desarrollar esa actividad y de universidades y centros de investigación nacionales y globales. La otra gran industria a la que urge integrarse mejor es la de electromovilidad, que demanda desarollar infraestructura interna, pero también acuerdos para que se igualen las condiciones para producir esos autos tanto en México como en Estados Unidos.