Con lo anterior, queda claro que no vale la pena distraerse en calificar el trabajo de la todavía secretaria, ni juzgar como pertinente, o no, su salida para buscar la gubernatura en el Estado de México. Como política de profesión que es, parece lo más natural que siga su camino; no obstante, la necesaria valoración sobre los argumentos de su llegada a la SEP. En ese momento México había vivido más de 200 días fuera de las aulas, se hacía necesario combatir los efectos de la pandemia sobre el aprendizaje de las y los niños, ¿se hizo?
A los seres humanos nos definen nuestras acciones y, por qué no, también las omisiones. Nadie habría podido evitar el arribo del Covid-19 en México. Sin embargo, al hablar de sus efectos me limito específicamente a las acciones para combatirlo. La fuerza de la institución volcada sobre objetivos concretos, medibles y, sin duda, mejorables. Nadie que haya pasado por el servicio público es infalible, se cometen errores. Por eso la importancia de medir, una y otra vez, los resultados de las estrategias implementadas.
El o la próximo inquilino de la oficina de Vasconcelos tendrá una tarea: combatir los efectos de la pandemia en la educación. Deberá hacerlo en medio de condicionantes absurdos, como la implementación de un nuevo modelo educativo alejado de las necesidades puntuales de las escuelas. El modelo planteado por la presente administración puede contar con cosas positivas, pero el momento para discutirlo está lejos de ser oportuno. Me explico.
Actuar en contra de la evidencia o en ausencia de ella nos está metiendo en una espiral cada vez más profunda, lejano de las realidades que se enfrentan en el salón de clases, como las del aprendizaje de las y los niños.
Al negarse a reconocer de manera oficial los efectos de la pandemia, al no contar con datos precisos, al desconocer una estrategia generalizada, no es exagerado hablar en México de un "retraso educativo para el sistema. A diferencia del rezago educativo, en el que la relación entre la edad y el grado escolar cursado no corresponde por diversas realidades, en el retraso no existe el conocimiento a pesar de cursar el grado escolar.
El desprecio ante los datos tiene al sistema educativo en la oscuridad. Es difícil reaccionar con estrategias asertivas si no hay luz. Las Autoridades Educativas Locales (AEL) actúan por su cuenta, lo que no está mal, pero podría articularse y aprender más unos de otros; los docentes terminan siendo dejados a su suerte a caprichos, sin una fundamentación sobre el trabajo realizado; o bien, nadie recibe explicaciones de nada, porque no hay datos para valorar.
Al día de hoy, organizaciones como UNESCO, el Banco Mundial y el Banco Interamericanos de Desarrollo reconocen los datos del estudio "Equidad y Regreso", de Mexicanos Primero, donde se demuestra un retraso de tres grados escolares en nuestros alumnos; por su parte, Marion Lloyd, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad (UNAM), habla de cuatro grados.
Con la problemática del retraso educativo en los aprendizajes coexisten dos expresiones mayores a las que habrá que dárseles respuesta: el abandono escolar y la condicional socioemocional de la comunidad. De acuerdo con Inegi, son 5.2 millones de niñas, niños y jóvenes los que han abandonado la escuela en estos últimos años a consecuencia de los efectos de la pandemia. Estos números se ven robustecidos cuando se deja de darle seguimiento a la estrategias en contra del abandono, en caso de que exista una. Un niño o niña que se inscribe al siguiente ciclo escolar no permanece necesariamente durante el curso, no en condiciones tan complicadas como las que han enfrentado nuestros alumnos.
Por último, entre los criterios de quien ejerza como el próximo (a) titular de la SEP deberá destacar su capacidad para obtener recursos para la educación. De acuerdo con el segundo informe Trimestral de Hacienda, en 6 meses el área educativa tuvo una reducción de 17.9 por ciento, algo así como 24 mil millones 926 pesos; el presupuesto entero de entidades como Sinaloa. Si presupuestar es gobernar, entonces a las autoridades actuales no les interesa lo educativo.
Podemos apostar por los nombres, pero preferiría hacerlo por los perfiles. Está claro que se busca a un servidor público comprometido con el interés superior de la niñez, que venga con un objetivo: acompañarnos en la ruta del combate a los efectos de la pandemia. Los demás es lo de menos.