
En un momento señala, por ejemplo, que las subastas eléctricas están amañadas, pues se contrata primero a los generadores de bajo costo, luego a los de un costo mayor y luego a los de un costo incluso mayor, y al final se paga a todos el precio que se acordó con el último. "¿Entonces de qué sirve?" dijo. Esto revela que ignora que todos los mercados del mundo, hasta el de la papaya, funcionan así. No saberlo, en esa posición de responsabilidad refleja, cuando menos, que le hacen falta, como el aire que respira, expertos economistas (y no yo; me dedico a otra cosa).
Todas las curvas de oferta tienen pendiente positiva (o casi todas). Los productores más eficientes se ubican a la izquierda abajo (en el plano P vs. Q) produciendo a bajo costo. La oferta se va componiendo luego con los segundos productores más eficientes, luego los terceros, etc. Al final, a la derecha de la curva de oferta están los menos, menos eficientes que solo pueden producir si el precio es muy alto.
El precio de mercado se determina por la intersección de la oferta y la demanda. Este precio determina cuál es el último productor que el mercado está dispuesto a contratar y a ese precio de mercado se le paga a todo el mundo, incluso en total ausencia de regulación, sea por ejemplo, el caso de los aguacates.
Al precio de mercado, los más eficientes y productivos tienen una buena ganancia. Los siguientes más eficientes obtienen una ganancia menor, los terceros aún menor. Los que tienen costos arriba del precio de mercado simplemente no tienen la eficiencia suficiente para entrar al mercado.
Supongamos que la secretaria decidiera pagarle al más eficiente un precio bajo y al ineficiente un precio alto, como aparentemente cree que es justo. ¿Saben que pasaría? Que nadie se tomaría el trabajo de ser eficiente. Eso es, vaya, de Economía uno. Que un error como estos llegue a la presentación de la Ministra ante el Congreso&. Perdón, pero es super-preocupante. ¿Qué estará pasando con todas las partes complicadas?
Escribí, por encargo, la propuesta técnica de una reforma pasada (1996) que al final se contuvo. Sé de primera mano que el mercado eléctrico es uno de los mercados más complicados del mundo. Se trata de un bien instantáneo que debe producirse a punto para que la energía fluya al momento en que uno prende el interruptor, sin almacenes. Es un mercado de unas inversiones iniciales (costos fijos y hundidos) muy altos y costos marginales muy bajos. Esto ha llevado en otros países a unas competencia destructiva donde los oferentes están dispuestos a perder dinero si al menos pueden recuperar su costo variable. La solución tratada, llamada "pagos por capacidad" (capacity payments) no ha funcionado. En fin, hay un mar de complejidades técnicas que quién sabe cómo se estén analizando.
Del resto de su propuesta estoy de acuerdo con algunas cosas y no con otras. Estoy de acuerdo con ella en parte, porque cada vez que hemos privatizado algo el potencial de abuso ha sido plenamente explotado. No dudo que haya contratos draconianos o leoninos que afecten seriamente al erario y enriquezcan injustificadamente a alguien. No los he visto, pero la intuición me dice que son muy probables.
Difiero de su visión en otro sentido. Presenta a la CFE como un héroe republicano que nos protege de los "malvados" inversionistas extranjeros. Falso. Las empresas para-estatales también han alcanzado con mención honorífica el potencial pleno de abuso. En el abuso de las paraestatales el dinero no termina en la bolsa de un empresario. Termina en ineficiencias, desperdicio, dejadez y, algunas veces, en la bolsa de uno o varios líderes sindicales. He analizado contratos colectivos de empresas públicas y vaya, las condiciones planteadas arañan lo ridículo (al punto de que hasta las plazas "se hereden").
Con un marco institucional débil y una total ausencia de indicadores públicos de desempeño, vivimos condenados a estar siempre entre dos dragones: el monopolio público y el monopolio privado. Privatizamos siempre dando tales ventajas a los compradores, que se lesiona el interés del consumidor por décadas. Nacionalizamos siempre dando ventajas a la burocracia política y sindical, que se lesiona el interés del contribuyente por décadas. El abuso se da por un lado o por el otro.
La contra-reforma es un tema muy amplio pero debería al menos incluir la obligatoriedad de que CFE revele un indicador: su costo de producción, incluidos todos sus gastos, desde costo fijo hasta los pensionados y el jet del líder. Es fácil vestir a la CFE de héroe si tiene detrás de sí la bolsa del erario a fondo perdido.