Estamos viendo que no es el caso con la electricidad.
La reciente ola de calor ha resultado en una demanda récord (9% más alta que en junio del año pasado, para alcanzar arriba de 51 MW por hora según el Cenace), que ha puesto al descubierto la insuficiencia de la oferta de CFE tanto en suministro básico el de las casasy calificado, para las empresas. El margen de reserva operativo está por abajo del 6%, cuando lo recomendable sería arriba del 10%. Se han reportado apagones en al menos Yucatán, Quintana Roo, Tabasco, Nuevo León, Tamaulipas, Aguascalientes y Veracruz. Esto se ha traducido en graves afectaciones a la salud humana, incluso la pérdida de vidas humanas, por la falta de electricidad en centros de salud, además de los golpes de calor.
Nos quedan muchos días del verano y es muy probable que este año se rompan récords de altas temperaturas en la región de Norteamérica, así que el problema apenas empieza. La tendencia del calentamiento global hace pensar que no será un problema coyuntural del 2023.
Por eso, favorecer indebidamente a CFE no es solo una mala política desde la perspectiva de competencia económica, según la cual el piso debería estar parejo para todos los participantes en un mercado. Es mala política económica de salud y financiera. Nos cuesta confrontaciones constantes con nuestros socios comerciales, nos impide maximizar el potencial del nearshoring porque las plantas que se podrían instalar en México no tienen garantizado el suministro eléctrico; pero, sobre todo, el costo humano es atroz. Si este fuera el juego tan mexicano de la pirinola, con la reversión de la reforma energética en materia eléctrica, esta cae en "todos pierden".
Empezamos con el acuerdo del Cenace y la política de confiabilidad de la Sener en el 2020 para impedir que se conectaran a la red de transmisión y distribución los generadores de energías renovables, so pretexto de que eran intermitentes. Se ha dificultado que los grandes consumidores, llamados usuarios calificados, migren al mercado eléctrico mayorista. Las reglas de despacho ya no obligan a que se utilice primero la electricidad más barata. El debilitamiento de los reguladores ha sido abierto y deliberado.
La reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, cuya declaratoria de inconstitucionalidad no logró a base de artimañas tener efectos generales, nos deja con un marco legal incongruente. Se le garantiza participación de mercado en la generación eléctrica a CFE, sin que tenga que competir al parejo con otros participantes, así utilice combustibles fósiles caros y altamente contaminantes como el combustóleo. Se detuvieron los proyectos de plantas de generación y las inversiones en energías renovables. No se ha invertido en transmisión y distribución y nadie se atreve a solicitar un permiso para suministro básico.
La Comisión Federal de Competencia Económica y los Tribunales Especializados en Competencia han luchado por defender la competencia como el derecho humano que es, especialmente en el mercado eléctrico. Sus argumentos y resoluciones destacan cómo la competencia está en los cimientos del ejercicio de otros derechos, como el de a un medio ambiente sano mediante la participación de las energías renovables, a la salud& y en estas temporadas de canícula, al ventilador que prenda.
Vamos tarde, pero mejor ahora que luego, para empezar a montar la infraestructura para incrementar el abasto eléctrico y promover la concurrencia de inversiones privadas, nacionales y extranjeras, que nos auguren un futuro más luminoso.