
Los números son demoledores. En un reporte, Morgan Stanley da cuenta de que será necesario que en el país se inviertan 40 mil millones de dólares en los siguientes cinco años para construir capacidad suficiente que permita sostener la creciente demanda de energía eléctrica. Sin embargo, la duda brinca: ¿de dónde saldrá tanto dinero?
De acuerdo con la versión del gobierno, por energía no parará en los siguientes años, pues dentro de su estrategia destacan algunas acciones encaminadas para dicho fin, como la compra de 13 centrales eléctricas a Iberdrola por casi 6 mil millones de dólares le aportan ya 8 mil 500 Megawatts (MW) directos, sin intermediarios.
Por su parte, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) está construyendo un total de 16 plantas de generación, que juntas aportarán otros 8 mil 600 MW, donde la empresa productiva del Estado está destinando 9 mil millones de dólares, y que le darán un aumento de 11 por ciento a la capacidad instalada de generación que tiene el país.
Sin embargo, de acuerdo con las proyecciones de lo que será nuestro país con el nearshoring, dichas acciones son pocas, por lo cual hay que tomar en cuenta distintos aspectos.
A pesar de que el mandato del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador termina en 2024, al menos en el siguiente sexenio, como marcan las encuestas, no se anticipa un golpe de timón en la política de soberanía energética que se ha implementado en estos cinco años. De hecho, se anticipa su consolidación, y como lo han expresado algunas corcholatas de Morena, durante el próximo sexenio se insistiría en la reforma constitucional para tumbar definitivamente la reforma del peñismo.
En este contexto, se ve poco probable que la intervención del sector privado en la industria energética sea de manera independiente, sino que aquellos proyectos que lleguen a consolidarse se darán imprescindiblemente de la mano del gobierno.
Así, se anticipa que CFE seguirá a cargo del desarrollo del sector eléctrico, y por lo tanto, será el responsable de alimentar de energía al tremendo toro económico llamado nearshoring.