La planta se extiende en una superficie de 2000 hectáreas ubicadas en un predio a 27 kilómetros del municipio de Puerto Peñasco, en Sonora, al noroeste de México, que gradualmente serán cubiertas por 278 000 paneles solares y tendrán la capacidad de generar 1000 MW de energía eléctrica para el 2027, según informó la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
"En las salinas hay poder, hay energía que existe todavía. Esas líneas de transmisión que van a poner, van a atravesarlas y no queremos", dice Matías Valenzuela, vocero y traductor del Consejo Supremo de Ancianos del pueblo indígena Tohono Oodham. "Es como si yo construyera un muro en medio de una iglesia católica o cristiana. Pero, por el hecho de que somos indígenas, por las creencias que tenemos, nos miran como salvajes y creen que valemos menos que ellos".
El megaproyecto de energía solar que es parte del Plan Sonora, una iniciativa de fortalecimiento energético del gobierno de México incluye, además, cuatro subestaciones eléctricas, 192 megawatts de baterías de respaldo y grandes torres de acero para soportar los 290 kilómetros de líneas aéreas de transmisión de electricidad que se instalarán en el desierto sonorense.
Estas líneas han generado críticas.
Ambientalistas, especialistas e integrantes del pueblo indígena Tohono Oodham se oponen a su paso por las zonas de amortiguamiento de dos Reservas de la Biosfera: El Pinacate y Gran Desierto de Altar que además es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2013, y la del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado.
Estas reservas albergan una enorme biodiversidad y comparten costas con las salinas sagradas para los Tohono Oodham y nacimientos de agua dulce que, desde la antigüedad, son esenciales para la vida y cultura del pueblo indígena.
"Nosotros no estábamos en contra ni a favor del proyecto, solamente queríamos que nos respetaran como Consejo y que todos los permisos se hicieran bien: de suelo, de humedales y que no dañara en nada a nuestra comunidad, ni a nuestro paso por los sitios ancestrales. Pero no lo llevaron a cabo así", afirma Gerardo Pasos, uno de los gobernadores tradicionales Tohono Oodham y representante del Consejo Supremo de Ancianos en Puerto Peñasco.
El líder indígena explica que, antes de que el proyecto arrancara en 2022, se realizaron tres reuniones entre su pueblo, la Secretaría de Energía (Sener) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). La primera de ellas, con el objetivo de presentarles el proyecto de la central fotovoltaica y la línea de transmisión, ocurrió en el municipio de Sonoyta. La segunda fue en Caborca, para decirles lo mismo que en la anterior. Y, luego de la tercera, que sucedió nuevamente en Caborca y que fue cuando la etnia reiteró su inconformidad, "fue la gota que derramó el vaso de agua, dice Pasos. Cuando nosotros estábamos en esas pláticas, ellos se fueron con una persona de Estados Unidos, quien se autonombra gobernador tradicional".
Pasos se refiere a un integrante de los Tohono Oodham del otro lado de la frontera, en Arizona, Estados Unidos pues este pueblo indígena es binacional, quien aprobó el proyecto en nombre de todo el pueblo. "Los ancianos no lo reconocen como autoridad y la Secretaría de Energía no tomó en cuenta lo que con nosotros venía trabajando. Se fue con él y les dio el aval. Nosotros no reconocemos esa decisión que tomaron. Nosotros nos sentimos humillados por eso que le hizo al Consejo".
Mongabay Latam y Diálogo Chino solicitaron entrevista a la Secretaría de Energía (Sener), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y a la dirección de la Reserva de la Biosfera El Pinacate, pero ninguna de ellas respondió.
Los beneficios vs. el impacto ambiental No existe un documento público que explique a detalle qué es el Plan Sonora de Energía Sostenible. Los gobiernos de Sonora y México lo han anunciado, desde principios de 2022, como la estrategia principal del presidente Andrés Manuel López Obrador para fortalecer la política de energía del país. Con él se busca posicionar al estado de Sonora como un referente mundial en generación de energías sostenibles.
El Plan Sonora, además de la Central Fotovoltaica de Puerto Peñasco, también promueve la explotación de litio elemento esencial para la fabricación de baterías de los automóviles eléctricos y del que se presume que Sonora cuenta con uno de los yacimientos más grandes del mundo, y la licuefacción de gas natural, entre otras acciones.
El megaparque solar en Puerto Peñasco tendrá una inversión total estimada en 1600 millones de dólares y sus beneficios están previstos para alcanzar a una población de 1.6 millones de consumidores, equivalentes a 536 000 hogares. El proyecto es propiedad de la CFE y se concluirá en cuatro etapas de construcción. La primera de ellas se prevé que arranque operaciones durante el primer semestre de 2023.
Con este proyecto, el gobierno de México argumenta que atenderá la demanda histórica de energía eléctrica en Baja California y que su sistema eléctrico se integrará al Sistema Interconectado Nacional (SIN), bajo la premisa de que se trata de un asunto de seguridad nacional.
La meta, además, es el crecimiento económico de los sectores industrial, comercial, residencial y de servicios de Puerto Peñasco, Caborca y San Luis Río Colorado, en Sonora; así como en Ensenada, Tecate, Tijuana y Mexicali, en Baja California. Esto con el objetivo de disminuir la dependencia energética con Estados Unidos y contribuir a los compromisos internacionales que adquirió México para mitigar el cambio climático.
Entre sus beneficios, las plantas de energía solar ofrecen la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, por lo que estas tecnologías han resultado esenciales en la búsqueda de una transición energética que reemplace a los combustibles fósiles. Sin embargo, hace falta revisar los efectos de un proyecto de tal magnitud.
Carlos Tornel, investigador y doctorante en Geografía Humana en la Universidad de Durham en Reino Unido experto en el proceso de transición, justicia y soberanía energética en México, afirma que, aunque el nombre lo proponga, es fundamental entender que este tipo de energías no son renovables, pues al menos la solar y la eólica requieren, en primera instancia, de la minería y de los combustibles fósiles para articular toda una cadena de producción a escala global.
"Es decir, varios de los minerales que se encuentran en los paneles solares se tienen que minar en África o China; después, se utilizan patentes de registros de tecnología en Europa o en un lugar donde se ensamblan, para que luego se transporten y se instalen en Sonora, con camiones que usan combustibles fósiles para sacar todo lo que está estorbando en el área", explica Tornel.
Después de medir estos efectos dice el experto, el siguiente paso sería medir el impacto socioecológico, un aspecto que no siempre está cubierto.
Luca Ferrari, geólogo e investigador titular en el Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide con Tornel respecto al origen de los materiales para fabricar los paneles solares y agrega que su procedencia china abona a la dependencia tecnológica del país. "O sea, estamos comprando una tecnología que no fabricamos en México", afirma.
Además, recuerda que la central fotovoltaica de Puerto Peñasco sería la primera de cinco que el gobierno de México prevé construir en Sonora, y que sus beneficios directos para ese estado y para Baja California aún son cuestionables.
"Será el séptimo parque solar más grande del mundo cuando se haya terminado. De acuerdo con la CFE, se producirá 1 terawatt al año de electricidad en 2024 y 2.5 terawatts una vez terminada. Para tener una comparación, la región noroccidente del país que incluye a Sonora y Sinaloa, en 2020 consumió 26.1 terawatts de energía eléctrica. La central de Puerto Peñasco representaría menos del 10 % del consumo. Es decir, es una gota en el mar", afirma Ferrari, coordinador del Programa Nacional Estratégico de Energía y Cambio Climático de CONACYT (Pronaces). Las líneas de transmisión y la ruptura del paisaje "La línea de transmisión se verá como una cicatriz, dice Federico Godínez Leal, director de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar del 2004 al 2017, y describe el cambio que se avecina en el paisaje desértico: En donde ahora volteas hacia el norte y ves las dunas, se verán las torres. Son gigantescas. No son como las torres que vemos usualmente en las ciudades o en las carreteras. Son más altas y más robustas".
Godínez conoce bien la zona porque, además de haber sido autoridad, la ha estudiado por más de dos décadas como ingeniero agrónomo zootecnista. Actualmente dirige la Fundación Magool, organización enfocada en la salud social y en el cuidado del medio ambiente que fundó con su familia en 2013.
La planta solar afectará, en especial, la parte sur de las zonas de amortiguamiento de El Pinacate y la reserva vecina del Alto Golfo. El impacto más grave que traerán las líneas de transmisión del megaproyecto de energía solar, afirma Godínez, lo recibirá el paisaje. El exdirector de la reserva no es el único que lo sostiene. Los Tohono Oodham también lo alertan. Incluso, la propia CFE confirma el rompimiento visual del paisaje en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), donde señala que se producirá una "segmentación y fragmentación del territorio, conllevando a una disminución en la valorización escénica de estos lugares".
Godinez menciona que "aunque la línea de transmisión se construirá en una franja de un derecho de vía de 30 o 40 metros [en la carretera costera que bordea a las reservas], el gran impacto que se va a causar ahí, es la afectación a la belleza paisajística".
Este aspecto, agrega, es precisamente uno de los criterios fundamentales que tomó en cuenta la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para declarar la reserva como Patrimonio de la Humanidad hace apenas diez años.
Dada la posibilidad de que ocurra una fragmentación del paisaje, la Semarnat instó a la CFE a notificar sus intenciones a la Unesco. En octubre del 2022, la institución envió un resumen del proyecto y la MIA a la Unidad América Latina y Caribe del Centro del Patrimonio Mundial del organismo internacional que, finalmente, dejó en manos del Estado mexicano el cumplimiento de medidas de mitigación de impactos a la reserva.
De acuerdo con un documento al que Mongabay Latam y Diálogo Chino tuvieron acceso, expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) determinaron que habrá claros impactos negativos a la reserva como resultado del proyecto a lo largo de la ruta costera. Sin embargo, afirmaron que estos impactos pueden ser evitados a través de medidas de mitigación.
Según declaró la Unesco a Mongabay Latam y Diálogo Chino, los expertos de la UICN que funge como organización consultiva, elaboraron un análisis técnico con recomendaciones para las autoridades mexicanas. Además, informó que un diálogo técnico está en curso con el Estado Parte (México), para implementar estas recomendaciones y así minimizar el impacto del proyecto en este sitio del Patrimonio Mundial.
"La presencia de territorios Tohono Oodham y Cucapah en el área del proyecto se ha tomado en cuenta en nuestro análisis y recomendaciones, así como la necesidad de proceder a una consulta previa, libre e informada para estos pueblos con respecto al proyecto. Este es un tema prioritario que estamos siguiendo con mucha vigilancia", informó el organismo a través de sus respuestas enviadas por correo electrónico.
Respecto a la posibilidad de que la reserva pierda su categoría de Patrimonio Mundial, el organismo afirmó que la construcción de infraestructura en estos sitios o cerca de ellos, es un tema frecuente, especialmente proyectos fotovoltaicos o eólicos. "El papel del Centro del Patrimonio Mundial es trabajar con el Estado Parte para hacer que estos proyectos sean compatibles con la protección del sitio, sostuvo, y agregó que, en la actualidad, existen 1 157 bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial. En toda la historia de la Convención del Patrimonio mundial, solamente tres sitios perdieron su inscripción, cuando fue claro, tras muchos años de esfuerzos, que los atributos que definían su valor universal excepcional habían desaparecido".
Asimismo, sostuvo que el Comité del Patrimonio Mundial examinará el estado de conservación de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar en su próxima reunión, que ocurrirá del 10 al 25 de septiembre de 2023.
La Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar fue declarada el 10 de junio de 1993. Está ubicada en el extremo noroeste del estado de Sonora, ocupando buena parte del territorio de tres municipios: Plutarco Elías Calles, Puerto Peñasco y San Luis Rio Colorado.
Esta reserva cuenta con formaciones volcánicas imponentes que son, sin duda, lo que dan identidad y caracterizan la belleza de la zona. Dentro del área, se puede caminar entre ceniza volcánica y bordes de cráteres.