
En los últimos años, la arquitectura hotelera en México experimentó un cambio significativo. Los edificios tipo "muralla" que bloqueaban la vista al mar dieron paso a estructuras más pequeñas, distribuidas en el terreno, que permiten una mayor integración con el entorno natural.
Este nuevo enfoque busca crear comunidades en lugar de megaestructuras. Los arquitectos mexicanos apuestan por diseños que respeten el paisaje y ofrezcan experiencias más completas a los huéspedes.
La transformación del paisaje hotelero
Los tradicionales bloques de concreto paralelos a la playa -que configuran los edificios "muralla- se consideran cada vez más un error o práctica del pasado. Destinos como Cancún, Puerto Vallarta o Acapulco, con sus grandes cortinas de edificios frente al mar, representan un modelo que los nuevos desarrollos pretenden evitar.
"Hay que ver Cancún, hay que ver Puerto Vallarta, hay que ver muchos lugares que no han tenido el mejor de los desempeños, tuvieron mejores días. La verdad creo que deberíamos aprender más de eso y sin embargo se sigue haciendo", afirma Alejandro Bernardi, de Bernardi + Peschard Arquitectos, quien participó en el diseño del nuevo hotel Montage en Punta Mita.
La alternativa son conjuntos de estructuras más pequeñas, similares a villas, que se reparten a lo largo del terreno. Este concepto permite mayor permeabilidad visual, acceso a la playa y una experiencia más cercana a la naturaleza.
"Quisimos integrar la visión de DINE (empresa desarrolladora) en Punta Mita que fue crear una comunidad, y apostamos por un esquema en el que los replicamos con muchos edificios, una villa, de muchas estructuras más pequeñas que se repartieran a lo largo de todo el terreno", explica Bernardi.
El auge de la hotelería de lujo tras la pandemia
La pandemia impulsó un interés renovado en el desarrollo de hoteles de alta gama. Los inversionistas, que anteriormente se enfocaban en oficinas y centros comerciales en grandes ciudades, giraron su atención hacia proyectos hoteleros, principalmente en destinos de playa.
"Si hablamos de México, un factor importante fue que en la Ciudad de México se pararon las obras. Muchos de los inversionistas que tenían su fuerte de desarrollos en la ciudad, al pararse todas las obras por no dar permisos, empezaron a buscar otros horizontes", señala Andrés Cajiga, fundador de Alia, despacho de arquitectura especializado en hoteles de alta gama.
Este cambio coincidió con una saturación en el mercado de oficinas y con la tendencia de los viajeros post-pandemia de buscar nuevas experiencias, lo que impulsó a analizar cómo mejorar las experiencias turísticas y, en consecuencia, mejorar la arquitectura hotelera.
Ventajas del nuevo modelo arquitectónico
El diseño de estructuras más pequeñas distribuidas en el terreno ofrece beneficios operativos. Este enfoque facilita el control de variables ambientales como humedad, temperatura y ventilación.
"El haber roto la arquitectura en muchísimos edificios más pequeños nos ayuda mucho a controlar esas situaciones. Tener pequeños buffers de vegetación dentro de los edificios ayuda. Nosotros hemos tenido grandes maestros de arquitectura de costa en México. Sabemos de asoleamiento, sabemos de ventilación cruzada", destaca Bernardi.
Estos diseños también permiten reducir costos de mantenimiento y garantizar la sustentabilidad a largo plazo del proyecto. Además, eleva la oferta hotelera a una más exclusiva.
En la hotelería de alta gama, el verdadero lujo se determina por la calidad de los espacios, no solo por los materiales o acabados.
"El lujo te lo va a dar el espacio. La arquitectura tiene que ser contextual, tiene que entender primero el lugar en donde está, entender el contexto en donde está, la playa, el mar, la orientación, dónde se mete el sol", explica Andrés Cajiga.
Los hoteles exitosos equilibran el diseño arquitectónico con la funcionalidad operativa. Un hotel debe mantenerse como un buen negocio, con gastos operativos controlados y facilidad de mantenimiento a largo plazo.
El modelo mixto Una tendencia creciente en estos desarrollos es la combinación de hotel con área residencial.
Las residencias, "brandeadas" y operadas por la misma cadena hotelera, representan un atractivo modelo de negocio.
"Si yo hago un hotel 'montage' y tengo residencias que voy a vender, se vuelve bien atractivo como negocio. Tienes el hotel que te ancla el producto, un hotel de lujo que te ancla tu producto y tú vendes residencias que están brandeadas y están operadas por el mismo hotel", señala Andrés Cajiga.
Este esquema, que atrae principalmente a compradores estadounidenses, resulta particularmente popular en Los Cabos, donde los precios de estas propiedades alcanzan cifras muy elevadas, cotizadas en millones de dólares.
En Punta Mita, la cadena hotelera Montage se aliará con Pendry para hacer residencias de marca con un estilo de arquitectura que se funde en el paisaje y se distribuye para mantener la privacidad.
La arquitectura contemporánea mexicana Los nuevos desarrollos hoteleros apuestan por una identidad arquitectónica nacional contemporánea, que evita caer en clichés folclóricos, pero mantiene una conexión con el contexto local.
"La apuesta desde el día uno fue arquitectura contemporánea mexicana, cuando decimos la palabra mexicana evitando caer en clichés", afirma Bernardi.
Esta visión arquitectónica moderna resulta atractiva tanto para visitantes extranjeros como para mexicanos, y posiciona al país en un nivel destacado en términos de diseño.
Destinos preferidos Los inversionistas hoteleros priorizan las zonas con mejor conectividad aérea y condiciones de seguridad. Cancún, toda la Riviera Maya, la Riviera Nayarita, Puerto Vallarta y Los Cabos lideran el interés para estos proyectos.
La infraestructura de transporte resulta decisiva. La ampliación del aeropuerto de Puerto Vallarta o el nuevo aeropuerto en Tulum reflejan inversiones gubernamentales que atraen a desarrolladores privados.