La roca se introduce en hornos de ladrillos de leña, donde el mercurio se calienta y se transforma en gas, separándose de los demás minerales. El gas se enfría y forma gotas líquidas recolectadas en botellas de plástico, cada una de las cuales se vende a unos 1800 dólares. Se necesita una tonelada de roca para producir un kilo de mercurio.
México es el segundo mayor productor mundial de mercurio después de China, con una producción de 200 toneladas anuales, según estimaciones de las Naciones Unidas. El metal se utilizaba en todo tipo de productos, desde termómetros hasta cosméticos, y se exportaba legalmente a Sudamérica hasta hace unos años, cuando muchos países prohibieron su uso. Hoy en día, la gran mayoría del mercurio mexicano se trafica a Colombia, Bolivia y Perú y se distribuye por toda la cuenca amazónica.
En la Amazonía, el metal se utiliza para extraer oro del suelo fluvial en operaciones de minería ilegal, cada vez más controladas por grupos criminales. Esta explotación ha contaminado los ríos que dan vida a la región.
Desde 2017, México está entre los 152 países que firmaron una convención de la ONU que prohíbe la minería de mercurio y declara ilegales todas las exportaciones del mineral.