En primer lugar, se requiere de una cultura organizacional basada en valores y principios que sean compartidos por todas las personas que conforman la empresa, de tal manera que se identifiquen con ellos, los impulsen a conducirse de manera ética y se comprenda la importancia de la RSE en la toma de decisiones y cada una de las acciones individuales y colectivas; construyendo la Responsabilidad Social de la Empresa a partir de la Responsabilidad Social de las personas que conforman dicha empresa.
En este sentido, es importante contar con colaboradores comprometidos con la Responsabilidad Social Empresarial, que conozcan y entiendan el tema, y estén motivados por la cultura organizacional para generar cambios de comportamiento en esta dirección y para involucrarse voluntaria y activamente en diversas iniciativas que los lleven a ser una empresa más sostenible por verdadera convicción.
De manera complementaria, cuando la RSE permea la cultura organizacional, los criterios y principios sociales y ambientales estarán considerados de una manera mucho más natural en los procesos de toma de decisiones, al contar con un enfoque más integral y equilibrado que contemple los riesgos, impactos, beneficios, etc. en todos los ámbitos de la sostenibilidad, y no sólo en términos financieros o económicos, con una visión de largo plazo y que tome en cuenta las diversas expectativas de sus grupos de interés.
A esto se puede sumar el que una cultura organizacional orientada hacia la sostenibilidad fomentará la innovación y la mejora continua en la estrategia, los productos, los procesos, los modelos, etc., creando un ambiente propicio para la generación de nuevas ideas en cuanto a cómo mejorar su desempeño económico, social y ambiental en cualquier área de la organización y en todos sus niveles.