Lejos de citar una frase con sabiduría o con reproche intelectual, la realidad es que el momento de la retórica sobre el medio ambiente ha quedado atrás. Tristemente, muchos países tuvieron que entender la sustentabilidad como un negocio antes de adoptar esquemas que mejoren el uso de los recursos disponibles, por eso ahora hablamos de economía circular como el eje de la producción.
El momento llegó y es una realidad que no hicimos caso a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en su momento, al menos en México. El año 2030 está muy cercano, y lejos de medir hoy el avance que pudimos tener como país, aún seguimos replanteando la estrategia de desarrollo sostenible y rescatando algunos casos aislados para presentarlos como logros ante la comunidad internacional.
El problema de la sequía, por citar un ejemplo, se ha hecho presente como un dilema que siempre vimos lejano, seguros de que alguien más se encargaría de resolver. Muchos hicimos nuestra parte, pero no fuimos capaces de articular políticas públicas de mediano y largo plazos para solucionar el problema. Mucho de lo que se hizo fue pensando en el discurso político, en la fotografía en los medios y redes sociales, en cumplir un requisito burocrático, pero nunca entendiendo que esto cambiaría nuestra vida.
Hoy estamos a unos días de sufrir una crisis en el abasto de agua en el centro del país, de la mano de diversos incendios de pastizales y bosques, lo cual llevará al encarecimiento del agua, además del desplazamiento poblacional. Llegaremos al racionamiento obligado del líquido y, por supuesto, afectará a los que no puedan pagar por este servicio. Ahí comenzaremos a entender y sentir cómo afecta, además de nuestras relaciones sociales, a nuestra economía.
El agua se conceptualizó como un negocio similar al petróleo, como un problema del futuro y una realidad que creímos disponible siempre en el ahora. Cuando hay suficiencia, el precio no parece importar, pero con carestía, el precio tiende a dispararse.
Hoy lo que tenemos es una reacción con leyes locales que simplemente aplican el principio recaudatorio a un bien indispensable, donde la coordinación a escala federal con los gobiernos locales no ha sido posible y deja abierta la interpretación junto con la aplicación de la ley ambiental a escala federal.
¿Qué nos queda por hacer?
Tenemos que aprovechar el momento de cambio político, tenemos una elección presidencial que abrirá un espacio de opinión para construir el Plan Nacional de Desarrollo 20252030. Tenemos agendas que hemos desarrollado en diversos temas desde hace mucho tiempo y es momento de compartirlas con las candidatas y candidato a la Presidencia de la República, gubernaturas, legisladores y legisladoras, así como integrantes de los ayuntamientos.
Me siento preocupada, pero estoy segura de que México tiene a las mujeres y hombres necesarios para hacer realidad una agenda de sustentabilidad nacional. Tenemos que tomar la iniciativa que nos corresponde y generar acciones.
Por ejemplo, desde la Coparmex hemos realizado un gran trabajo consensando y revisando las diversas necesidades de la industria nacional, implementando una agenda de compromisos que hagan de la producción, una actividad que utilice mejor los recursos, que disponga de estos de manera consciente y ayude a permear esta misma cultura en la cadena de valor en la que tiene influencia.
Como presidenta de la Comisión de Desarrollo Ecológico y Sustentabilidad, comparto todos los días acciones en beneficio de México, asumiendo la responsabilidad de este cambio y ayudando a convertirnos en ese país que anhelamos.
Hoy que vivimos un momento único que tenemos de frente, los invito a conocer el trabajo que hemos desarrollado a través de nuestras redes sociales en Facebook e Instagram como Coparmex_Sustentabilidad. #OpiniónCoparmex.