Hoy nos enfrentamos no solamente a un contexto totalmente diferente al de hace 100 años sino también es crítico para la supervivencia de la humanidad. Estamos llegando a hitos en cuestiones ambientales en los que ya no hay vuelta atrás; la sociedad cada vez es más sensible al impacto de, por ejemplo, la diversidad en las firmas y todo ello en un entorno en el que el manejo y la gobernanza de las corporaciones son cada vez más complejas.
Desde el punto de vista de M&A, ¿estamos seguros que las compañías cuentan con la capacidad de verdaderamente medir todos los impactos relacionados a ESG (Environment Social and Governance), su escalabilidad y asumirlo dentro de una transacción?
Se estima que el manejo de activos relacionados a ESG llegue a 50 trillones de USD en los siguientes años, esto representa mucho movimiento de capitales enfocados en este rubro, así como la pelea de las empresas en el mercado por los activos que cuenten con los más altos estándares, por lo que las organizaciones deben comenzar a consolidar o construir tres elementos para que sus procesos de M&A entre otros sean exitosos:
La RSE debe estar al centro de la corporación y ser genuina. Las nuevas generaciones ya no aceptan planes vacíos y sin fondo, por lo que los elementos y los colaboradores deben entender el valor de cualquier transacción, así como contar con los elementos concretos y contundentes que reflejen que el proceso va a llevar consigo dichos aspectos.
Se deben evaluar los riesgos desde el punto de vista de ESG y tener un modelo que respalde los análisis y las decisiones que se toman a la hora de adquirir un activo.
Se tiene que comprender si el activo u organización que adquiero cuenta verdaderamente con una cultura de ESG que pueda ser replicable, escalable y accionable para llegar al net 0, así como verificar que no vaya a perjudicar las metas de la compañía en este ámbito para los siguientes hitos (2030 y 2050).