
El gran "pero" ha sido que el costo de la vivienda que se requiere en su mayoría oscila entre los 400 y 700 mil pesos, lo cual, y de frente a las tasas de interés inflación y precios de proveedores la industria simplemente no ve cómo hacerlas, sin que la lejanía, la falta de acabados y el tamaño tan reducido no sea el gran problema.
Dado que el esquema del crédito a la autoconstrucción, ya sea vía Infonavit o banco, se ha quedado como un buen deseo, dado que la regulación de los terrenos, el elevado costo e incluso la irregularidad de éstos, se han vuelto el principal freno para que se construya vivienda. Es cierto que el Gobierno Federal a través del Infonavit, que encabeza Carlos Martínez, busca establecer mecanismos que ayuden a ampliar el monto y el plazo del crédito que otorga a los trabajadores, y todo parece que 2023 será un año de noticias al respecto.
Sin embargo, el panorama económico nacional e internacional no favorecerán para nada, más cuando se prevé que la inflación no cederá, sino hasta finales del año. Qué decir de las tasas de interés que pese que se frenen, éstas se tendrán que mantener en dichos niveles por un mediano plazo.
En fin, los industriales de la vivienda ya se dividen, entre quienes buscan construir en los terrenos que tienen en espera de que las cosas mejoren y sea a la par de que concluyan la vivienda, y otros; quienes prefieren mantener cautela y llevarse el tema con mayor cautela.
Y aunque es cierto que el gremio ha buscado alternativas para encontrar esquemas de vivienda para los derechohabientes de menores recursos, y han mantenido los precios, sin cambios, al máximo posible, la realidad ya golpea los previos de los proveedores. Hasta ahora reduciendo o eliminando costos en las escrituras, equipamiento, amueblado, o accesorios, sin embargo, ya se llegó al límite de reducir estas áreas y se necesitará forzosamente, la ayuda de la autoridad bancaria de gobierno de segundo y primer piso, dado que los trabajadores potenciales son los asalariados.
Aunque hay un segmento que sigue afectando a este sector, me refiero al de la economía informal, que alcanza a la vivienda desocupada, a la autoconstrucción informal y a la invasión de terrenos, tres males que se agudizan.
La verdad es que el lector no es sencillo para los inmobiliarios, para el crédito puente que obtienen para adquisición de terreno se vuelve complejo este cierre de año.
Y es una realidad que como industria no pueden bajar la cortina y decir ya no se construye más porque los procesos tardan entre 14 y 18 meses, la decisión no es sencilla.
Más cuando en 2023 el incremento de la vivienda se vislumbra entre 14 a 17 por ciento.
Y aunque vía Concamin, al mando de José Abugaber, se busca un apoyo diferenciado en la compra de productos para el sector vivienda, la realidad es que el mercado nacional, y la falta de certeza jurídica en el país, será decisivo y caminará en contra del sector empresarial.