Aseguró que ha sido la sociedad civil la que ha impulsado el debate en torno a la problemática de la inclusión en la movilidad, no sólo en el transporte público, sino desde el diseño de las banquetas y demás espacios públicos.
"El problema es que las personas en posición de toma de decisiones no están capacitadas para entender al espacio público como un lugar en el que habitan personas con diferentes necesidades.
"En cuanto a las personas con discapacidad, seguido se enfrentan a banquetas diseñadas para caminos verdes o con amplios espacios para diferentes actividades, pero sin rampas", dijo Baez.
El manual de Normas Técnicas de Accesibilidad que elaboró la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, en conjunto con el Instituto de las Personas con Discapacidad, estipula que las rutas de acceso y banquetas tienen que tener un ancho mínimo de 120 centímetros.
Además de garantizar un trazo que les permita a los usuarios de silla de ruedas cambiar de sentido en los extremos y poder contar con espacios donde se pueda maniobrar un círculo de 1.5 metros de diámetro como mínimo.
Aunque la ley de Accesibilidad para la Ciudad de México establece que en todo el espacio público, las aceras y las banquetas tienen que contar con estas condiciones mínimas, esto no se cumple, afirmó.
"Parece que las calles están diseñadas para los vehículos motorizados y con el espacio que sobre se hacen las banquetas", señaló.
Báez dijo que otro obstáculo en las aceras es el amontonamiento de objetos ajenos al espacio público, cómo publicidad, vehículos, expansión de comercios y el desgaste o daño de las propias banquetas.
El especialista agregó que, de acuerdo con el Inegi, en la Ciudad de México el 18.5 por ciento de la población son personas con discapacidad, por lo que es fundamental empezar a crear espacios verdaderamente incluyentes.